Es indiscutible que uno de los planteamientos fundamentales en un talento deportivo es si se nace o se hace. No podemos apartar de este planteamiento que es innegable contar con unas características genéticas especificas y necesarias para ser un gran deportista. Se han encontrado genes relacionados con la altura, el sexo, el consumo máximo de oxígeno y las características de los músculos esqueléticos (Tucker & Collins, 2012), además se sabe que la genética de una persona puede hacer que esta responda mejor o peor a un determinado entrenamiento.
La herencia de genes es muy importante y que los genes se “activan y desactivan” o “se expresan o no” en función de las condiciones ambientales, entre las que se incluye el entrenamiento deportivo. Es lo que se conoce como epigenética.
Así pues, debemos tener en cuenta que el elemento genético y biológico son lo base para sustentar un buen deportista, pues talento sin trabajo no llegará a ningún sitio, los dos elementos no son excluyentes y deben fusionarse para conseguir un buen resultado.
Finalmente y en cuanto a la metodología, queda claro que no existe un único camino óptimo para alcanzar el máximo rendimiento deportivo en cada especialidad deportiva. Es básico y fundamental contar con un estereotipo y unas características biológicas necesarias para el deporte que se desee practicar, in embargo debemos tener en cuenta las soluciones que tengamos a mano, los recursos con qué se cuente y el entorno, clima y lugar de entreno. No olvidemos que la constancia y el compromiso del talento son valores añadidos, que junto al aprendizaje, la superación y la autogestión pueden llegar a dar un muy buen resultado para ese talento deportivo.
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